Cuándo llevas tanto tiempo dentro de la jaula, aprendes a llamarla libertad.
Porque te convences a ti mismo de que esto es lo que hay.
Y mientras tanto, sigues con la respiración agitada.
Facturas más. Creces más. Impactas más, ya. Pero también vives menos.
Te cuentas a ti mismo la milonga de que estás construyendo tu libertad.
Libertad mis cojones.
Porque lo único que estás haciendo es blindar la jaula con cerradura de seguridad.
Y entonces pasa lo inevitable.
Pese a que ya no puedes correr, a que a cada paso tu mochila se siente más cargada, a que tus pulmones apenas procesan aire puro, sigues en la rueda de la esclavitud.
Y un día no puedes más.
No porque lo hayas decidido conscientemente, sino porque la puta jaula se ha hecho tan pequeña, que apenas puedes respirar.
Y porque la vida que tenías se ha desvanecido sin que te dieras cuenta.
Ahí es cuándo no puedes evitar mirarte con miedo en el espejo del baño y preguntarte:
¿Qué coño estoy haciendo?
Quizás creas que te estoy hablando de ti, pero la realidad es que estoy hablándote de mí.
Por eso hoy te explicaré cómo salí de ahí y cómo puedes hacerlo tú también, si quieres.
Antes, vamos con lo de que tener empleados es peor que tener jefe.
¿Cómo dices?
Me refiero al polémico título del episodio que publiqué este miércoles, en el que te explico:
- El contraintuitivo método que utilicé para soltar mi negocio siete años después.
- Varias estrategias absurdamente simples que solo puedes utilizar si facturas menos de 500.000 al año.
- La fórmula exacta para liberarte de la mochila que lastra tu negocio (y, quizás, tu vida).
- Lo único que necesitas para ganar más sin contratar empleados ni aplicar absurdos funnels de marketing.
Insisto, todo eso gratis en el quinto episodio de “Libre para decidir”, mi podcast crudo y desnudo, sin guion, edición ni guarnición, grabado por la calle solo con un móvil.
Escúchalo aquí. Quizás descubras algo que no sabías que necesitabas escuchar.
Mira.
Cuándo llevas años construyendo algo, lo último que quieres es aceptar que todo ese esfuerzo te está llevando a la extinción.
Así que te engañas, te dices que ya encontrarás tiempo para ellos, que en unos meses seguro que podrás descansar o que después de este lanzamiento lo tomarás con más calma.
Si ya lo sé, me las sé todas.
Y también sé que nunca pasa, porque la jaula que creaste no te soltará, tienes que salir tú.
Pero para eso, primero tienes que verla.
Y quizás ahora mismo estás tan hundido en tu negocio que crees que esto es normal.
Que dormir como el culo es normal.
Que despertarte con ansiedad cada mañana es normal.
Que no ver a tu familia es normal.
Que no tener tiempo para cuidarte es normal.
Que tu frase favorita sea “no me da la vida” es normal.
Pero no, no es normal, y que tú lo hayas normalizado no lo hace menos destructivo
Y te diré más. No solamente es que no sea normal, es que además es la consecuencia de algo mucho más profundo:
De tus propias creencias.
Esas que tienes inoculadas en tus genes y que te están ahorcando sin que te des cuenta.
Que si el esfuerzo es lo que te define.
Que si el éxito solo es real, si te ha costado sangre, sudor y lágrimas.
Que si no lo sufres, entonces no lo merecerás.
Gilipolleces, el problema no es tu negocio.
El problema es lo que crees sobre tu negocio.
O dicho de otra forma:
No es tu negocio lo que te tiene atrapado, son las creencias metásticas de tu cabeza las que te llevaron a amar a tu secuestrador.
Las mismas que te llevaron a construir un negocio de tal forma que te está devorando sin que nada puedas hacer.
¿Sin que nada puedas hacer?
Mentira. Responsabilízate, joder.
Deja de achacarlo todo al gobierno, a tu competencia, o a la tóxica de tu ex.
Todo lo que te pasa es tu responsabilidad.
Deja de estar atrapado en lo que construiste, diciéndote que es normal y sacrificando lo que de verdad importa por un negocio que nunca te dará lo que siempre buscaste y hazte responsable.
Replantea tu negocio para la mano que aprieta tu garganta se desvanezca para siempre.
Y hazlo antes de que sea demasiado tarde, antes de que pierdas cosas que, créeme, no siempre se pueden recuperar.
Porque cuando entiendes que nadie va a salvarte, que nadie vendrá a liberarte, que todo lo que pase con tu negocio y tu vida depende solo de ti…
Entonces, el camino hacia la gloria se despeja, porque muy pocos son lo suficientemente valientes para alcanzarla.
Solo eres libre cuándo puedes decidir. Y aquí verás cómo hacerlo.
Recibe cada domingo una nueva píldora para empezar a ganar más dinero, tranquilidad, propósito y libertad apuntándote gratis aquí: