Solo eres libre cuándo puedes decidir.

A partir del 1 de enero dejamos de vender en el negocio de forma indefinida.

Lo he contado hoy en el email diario de recurrentes punto com.

Eso significa que el 31 de diciembre termina el email diario y cualquier otra acción que tenga como objetivo facturar en ese negocio.

Seguimos atendiendo a los clientes actuales, pero todo lo demás, se acabó de forma indefinida.

Bien.

¿Cómo es que me ha dado por tomar esa decisión, que alguno tildaría de imprudente y radical?

¿Es que he pasado de un día para otro de facturar bien en un negocio online de alto margen a tener que pedir una subvención?

No, es que suelto ese proyecto de forma indefinida porque ya no me hace feliz.

Y porque puedo permitírmelo.

Verás, tomar esta decisión no fue una locura ni un capricho de una noche de verano.

Fue el resultado de lo que llevo años construyendo.

Porque libertad no es solo tener más dinero del que necesitas para vivir.

Libertad es no tener que hacer lo que no quieres, o lo que ya no te hace feliz.

Es no ser esclavo de un negocio solo porque funciona. 

Ojo, ni de un negocio, ni de un cliente tóxico que te da pasta, ni de una nómina que te da una falsa sensación de control a cambio de un puñado de días libres al año para que sientas que eres libre dentro de tu jaula de oro.

Hace años no habría podido hacerlo. Ni de coña.

Por entonces, todo giraba en torno al dinero. Facturar más. Crecer. Validarme a través de los números, de la facturación. 

Y está bien, porque es parte del proceso.

Pero llega un momento en el que te das cuenta de que el dinero no compra la libertad, pero es la herramienta que te permite construirla.

Eso sí, como le contaba hoy a los suscriptores de la otra lista, muy. pero que muy mal tendría que haber hecho las cosas durante los últimos siete años de mi vida si, a estas alturas de la película, no pudiera permitirme vivir exactamente igual sin facturar ni un puto céntimo de mis negocios.

Quiero decir, que tampoco tiene especial mérito.

Entonces, ¿cómo lo he logrado?

Quiero decir, ¿cómo llegar al punto en el que puedes permitirte parar, elegir en qué invertir tu tiempo y construir una vida que tenga sentido para ti?

Bueno, eso es lo que te contaré a partir de ahora en estos emails que cada domingo reciben +10.000 emprendedores, empresarios e inversores cojonudos.

Déjame adelantarte, que naturalmente no fue por magia. 

Tampoco fue suerte.

(De hecho, solo los flojos creen en la suerte como palanca para lograr algo grande en la vida)

Mira, antes de soltar un negocio rentable, tienes que creerte capaz de empezar otra vez. De reconstruir. De fallar y volver a levantarte. 

Confianza no es no tener miedo. Confianza es actuar a pesar de tenerlo.

Y lógicamente, tienes que saber lo que quieres. 

Yo sabía lo que quería: libertad, y luego todo lo demás.

Por eso tantos empresarios no toman decisiones como esta, pese a poder permitírselo. 

No saben lo que realmente quieren. Siguen corriendo sin mirar hacia dónde, solo porque el negocio funciona.

O porque llevan muchos años picando piedra y soltar les haría sentir que han perdido.

Como si el simple hecho de que el negocio funcione, o de haberle dedicado tanto esfuerzo, sea motivo suficiente para continuar.

Tanto criticar la carrera de la rata en la que andan metidos empleados y funcionarios y montones de emprendedores online no se dan cuenta de que viven sepultados en la misma mierda.

En fin, que soltar un negocio que te da dinero no es fácil. 

Tienes el puto ego diciéndote que no, que sigas, que el año que viene otra vez duplicarás tu facturación, que eres mejor que toda tu competencia junta…

Pero mira, si dejas que el ego dicte tu destino, vives entre esos mismos barrotes que un día juraste desaparecer.

Soltar un negocio rentable es aceptar que el éxito no está en la facturación, ni en los contactos, ni en la autoridad, sino en poder decidir.

En entender que la vida no va de trabajar para ganar, sino decidir para vivir.