Te confieso que iba a montar otro negocio online, pero lo que ahora quiero hacer es otra cosa.
¿El qué?
Espera, ahora te cuento.
Mira, en 2017, monté un negocio desde cero. Lo hice rentable. Lo escalé. Y luego lo solté.
Eso ya te lo sabes. Te lo conté en el email de la semana pasada.
Ok, hasta ahí, todo bien. Pero, ¿sabes qué pasó justo después?
Pues pasó que mi mente de emprendedor degenerado entró en piloto automático.
Me dije, “ok, ¿y ahora qué negocio monto?”
Fue como un reflejo condicionado. Ni siquiera lo cuestioné.
Era algo que sentía que debía hacer de forma natural como comer, respirar o empotrar.
Porque, según dictan las leyes del emprendedor digital, la regla es clara: hacer, hacer y hacer.
Sin descanso. Sin pensar. Sin parar.
Sin cuestionar un ápice de la constitución online que nos dimos entre todos.
Pero eso es una trampa que te cagas.
Mira, no es que nos hayan metido en la cabeza que nuestra valía está en lo que construimos.
Es que nos lo hemos metido nosotros solitos.
Nos validamos con lo que creamos. Con lo que hacemos. Con lo que facturamos.
Y si no estás haciendo algo, entonces no eres nadie.
Ojo, yo he sido el primero que he pensado así mucho tiempo.
Y si tú también has tenido un negocio con cierto éxito, casi seguro que también te ha pasado.
Así que seguimos corriendo.
Construye. Escala. Multiplica. Automatiza. Crece más. Más. MÁS.
Hasta que un día te das cuenta:
“Estoy tan ocupado corriendo que no tengo ni idea de hacia dónde voy.”
A mí me pasó.
Tras soltar el negocio, pensé que lo lógico era montar otro.
Porque, claro, tenía que hacer algo. No podía “quedarme parado”.
Tenía los conocimientos. Las habilidades. La visibilidad. La autoridad.
¿Qué iba a hacer, si no, que montar otro negocio?
Pero, ¿sabes qué hice?
Paré.
Y al parar, me escuché y me di cuenta de algo brutal:
Ahora mismo no quiero montar otro negocio.
Insisto, ahora mismo no quiero montar otro negocio.
Naturalmente, a esta conclusión no he llegado en una semana.
He necesitado casi todo 2024 para darme cuenta.
Para ser consciente de que, lo que realmente quiero ahora, es algo que, por estar a full, he ignorado durante años.
Quiero tiempo.
Tiempo para leer.
Para pasear.
Para tomar el sol.
Para viajar.
Para rodearme de gente cojonuda.
Para aprender.
Para, simplemente, vivir.
Vivir.
Ojo, que parar no ha sido fácil.
Tenemos ese veneno inoculado en la sangre que te dice que “Si paras, pierdes.”
Aunque en realidad, quien te dice eso es tu ego.
Tu puto ego de emprendedor arrollador.
Ese mismo ego que te dice:
“No puedes soltar un negocio que funciona.”
“Si no vuelves a duplicar facturación, eres un flojo.”
“Tienes que demostrar que puedes más que toda tu fucking competencia,”
Pero si dejas que el ego gobierne tu destino, nunca serás libre.
Serás prisionero de un negocio, de tus números, de tu propia imagen.
Y yo no quiero eso. Por eso he soltado.
Porque la libertad no está en facturar más.
La libertad está en poder decir: “Ya no quiero esto, así que lo dejo.”
Por eso, solo eres libre cuándo puedes decidir.
Lo he puesto como titular de mi nueva web de marca personal y creo que ha quedado francamente cojonudo jajaja
Bueno, a lo que íbamos.
¿Qué es lo que me apetece hacer ahora?
Pues mira, ahora que llevo unos cuantos meses teniendo mucho más tiempo, estoy haciendo algo que he descubierto que me apasiona.
He vuelto a gestionar mis inversiones de forma activa.
Antes las veía como un negocio pasivo, algo aburrido y mecánico que simplemente te daba rentabilidad a cambio de casi nada.
Pero ahora, con tiempo y perspectiva, he descubierto que me encanta.
Porque cuando tienes claridad, disfrutas del proceso.
Y, además, estamos en un punto del ciclo de mercado donde las oportunidades son brutales si sabes lo que haces.
Pero para aprovecharlas, necesitas algo más que dinero:
Necesitas tiempo, foco y libertad para decidir.
(No me pidas opinión sobre tus inversiones porque no doy consejos ni recomendaciones de compra o inversión).
Aquí es donde viene la pregunta incómoda de la semana:
¿Estás haciendo lo que de verdad quieres o solo lo que crees que debes hacer?
Porque, en mi sesgada opinión del día, hacer por hacer es la mayor trampa para un emprendedor que dice querer ser libre, pero que no hace más que sobrevivir en la rueda de la rata del autoempleo digital.
Por eso, afirmo tajantemente que parar, reflexionar y escucharte no es un lujo.
Es toda una estrategia.
Y cuando lo haces, te das cuenta de que lo único que importa no es lo que construyes, lo que vendes o lo que facturas, sino si lo que haces tiene sentido para ti.
Solo eres libre cuándo puedes decidir. Y aquí verás cómo hacerlo.
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